domingo, 5 de abril de 2009

un escrito mio viejo "rascacielos de carton"

“Pobre animal miserable,
Que tuvo, creyó y amó,
Y que ahora por un sablazo en la espalda
De su sangre al mundo cayó”
decía el tango
Pero ¿quién lo hubiera pensado?,
Si todo a su alrededor brillaba, todo adornado con guirnaldas hechas con el sudor de otros, forjadas con manos sangrientas.
Pero claro… todo era culpa de la calvicie.
Si sus zapatos brillaban ayer, hoy era barro.
Su camisa y traje planchados son sólo un vago recuerdo de un perfume que hoy es el de su propio sudor putrefacto por la luz del sol y la calle.
Pero su billetera seguía ahí, no igual que antes claro está… esa burlona, esa desgracia. Hogar de la droga que tan sólo consumían otros los domingos, pero el no. A diario era la costumbre.
“Pobre alma en desgracia,
Que al fin lo descubrió
Que todo en el mundo gira y gira
Pero ya no a su alrededor”
continuaba la música
Y la botella se mofaba; ese vino que criticó se le reía mientras era bebido por ese par de labios curtidos y enfermos… pasados.
Largó la botella y miró hacia los costados, todo lo que había sido ya se había ido con la brisa mas pequeña.
Ventanas rotas llenas de tela de arañas tejidas por un destino marcado gracias a la siembra de arrogancia.
Miró y miró, como suplicando.
Miró los cascotes, lo que quedaba de esa vid y de la pronta muerte, por hambruna claro está dicho.
Y la música concluía con una última estrofa
“Y cuando de pié se puso
Y todo el desierto vió
Lloró desconsoladamente
Ante los escombros de sus rascacielos de cartón”

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